En conferencia magistral el 2 de agosto de este año, en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) estuvo el antropólogo renegado Francisco Gangotena, quien desde Ecuador vino a Oaxaca para compartir con sus compañeros, señores del campo, en una mesa de debate donde los sistemas de cultivos de herencia indígena, milpa y chacra, se ensalzaron como la mejor alternativa para ser dueños de un mejor futuro.

Pacho, llamado así cariñosamente por algunos asistentes, incluyendo su esposa, se movía como dueño del recinto, de palabra suelta, serio y divertido al mismo tiempo, no usó micrófono, dijo sentir aversión por los aparatos, los micrófonos, los celulares, “al hacerse viejo, uno se vuelve mañoso”, posee una excelente proyección vocal, lo de hablar en público se nota que no es primera vez.
Gangotena nos condujo por parte de su historia personal, donde un niño del campo fue trasladado a la ciudad y al cumplir los veinte años tuvo nostalgia por ese pasado. Se dedicó a cultivarse en la academia, obteniendo un Phd en Antropología, para al final darse cuenta, luego de vender muchas pertenencias, comprar cuatro hectáreas de tierra y decidir tener vida campesina que: “todo lo que aprendí en la universidad, no me sirvió para una mierda en el campo”.
Con su familia ya instalada en ese paraje campestre de Pifo, Ecuador, inicia labores de siembra, fracasando al inicio, pero con el entusiasmo de buscar soluciones y no morir en el intento. Pacho se da cuenta de algo clave, algo que muchos olvidamos: observar, entender a la naturaleza, y a partir de allí, empezar a intercambiar sabidurías con otros campesinos y usar los recursos que la misma naturaleza ofrece. Entonces, empezó a ser fructífera su chacra.
Una chacra, en países andinos, “es una Pequeña finca rural dotada de vivienda y terreno para el cultivo y la crianza de animales domésticos” según el diccionario de Google. Pero más que un espacio, es un sistema de cultivo o crianza, donde la diversidad (esa variación y abundancia de especies que habitan un mismo lugar) se interconecta para el beneficio mutuo. Al igual que la milpa en México, la cual posee la particularidad de que en un solo terreno de regular tamaño se siembran maíz, frijol y chiles básicamente, igualmente pueden aparecer la calabaza, el miltomate y el jitomate, y en épocas de lluvia crecen en la milpa quelites, palabra náhuatl que en la clasificación botánica mexica significa hojas verdes comestibles[1]
Explicó Pacho, apoyado por los cultivadores oaxaqueños, que el maíz es como un atleta, que puede tomar grandes bocanadas de nitrógeno y que por eso se beneficia con la presencia de las leguminosas, por ser el frijol “una planta f ijadora de nitrógeno atmosférico que aporta este nutriente a los demás cultivos. En cambio, la caña de maíz proporciona sostén al frijol. La calabaza sembrada entre el maíz y el frijol cubre ampliamente el suelo y consecuentemente limita el desarrollo de arvenses y ayuda a mantener la humedad del suelo” [2]
La milpa y la chacra son espacios de vida donde se encuentra el ser humano con la naturaleza y con sus compañeros del campo. Desde estos espacios se establecen lazos fuertes con la tierra, con la familia y con la comunidad. Son un acto de independencia, son el verdadero Socialismo del siglo XXI en palabras de Pacho: ¿Cómo es que los líderes de Latinoamérica que pregonaban el socialismo del siglo XXI, se hicieron de espaldas al permitir la entrada de cultivos transgénicos y permitir fumigaciones de millones de litros de pesticidas muy tóxicos en Ecuador o Argentina? La solución de nuestros países no vendrá desde los gobiernos, sino desde nuestras granjas, “lo más subversivo del planeta es una finca orgánica” resaltó.

Se habla mucho en la actualidad sobre la soberanía alimentaria, el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, pueblos que sean capaces de surtirse de estos alimentos en sus territorios, manteniendo como principio que los alimentos sean más que una mercancía, que estén por encima de exigencias del mercado o empresas, pero es un concepto que para Pancho es muy amplio y hasta nebuloso, por lo que prefiere abordarlo desde pequeños focos de cambio, prefiere hablar de soberanía familiar. Si cada familia se interesa de verdad por producir sanamente todo lo necesario para vivir, para alimentarse, sin afectar su entorno, teniendo en cuenta las relaciones entre naturaleza, familia y comunidad, haciendo de este entorno un recurso inagotable; desde allí iniciaría el gran cambio, un acto combativo contra un sistema de consumo salvaje, el camino clave para ser dueños del tiempo individual, una real libertad.
Finalizada la intervención de Gangotena, señores del campo de la mixteca y sierra norte oaxaqueñas, participaron ofreciendo sus experiencias en el terreno del cultivo con algunos asistentes deseosos de compartir dudas y comentarios. Hablaron sobre las particularidades de suelos y climas para distintas especies vegetales, el maíz específicamente, que existiendo muchas variedades de este, hay que avocarse por entender el suelo que se tiene y ubicar entre los distintos tipos cual es el ideal para las condiciones del lugar donde se desea sembrar; comentaron que existen más de diez ferias del maíz en Oaxaca, asistir y preguntar a los exponentes, es una buena forma de aprender. Por otro lado, ante la pregunta de cómo mantener una siembra en zonas donde el agua escasea, expusieron sobre la importancia de crear mantos vegetales que cubran el suelo, ofrecer un techo, ya sean con plantas o con materia orgánica cubierta por hojas u otros elementos, ayuda a mantener húmedos los suelos, minimizando la necesidad de riego directo con agua.

Emotivas fueron las palabras del señor Abel Mendoza, quien reconoció que se inició en la siembra orgánica, preocupado por la salud de su familia y la propia, todo a partir de la pérdida de un pariente cercano, desde entonces, decidió preocuparse por lo que come y lo que sus seres queridos comen, más que un sustento, entendió que es salud alimentarse bien, que era la mejor forma de evitar nuevamente episodios como el que vivió. Junto a él estaban Cipriano Rivero, Eleazar García, Gaudencio Yescaz, Oscar Herrera y Leticia Sanchez, miembros del grupo EcoSemillera, quienes ofrecen espacios de discusión, análisis y difusión de información sobre el impacto que causan los procesos tecnológicos para la producción de alimentos, mostrándose prestos a consultas y ayuda a cualquier interesado en iniciarse en estos sistemas de producción.
La actividad finalizó dejando en el público la certeza de que existen personajes y movimientos, tanto en Oaxaca como en el mundo, que hacen y fomentan cultivos sanos, gente que toma en cuenta la sabiduría ancestral, los ciclos naturales y los mantiene actualizados con la difusión en espacios públicos y en mercados orgánicos; igualmente, en muchos de los asistentes quedó la inquietud en un tema delicado, la alimentación saludable, que a pesar de existir ahora un boom de lo gastronómico, de lo culinario, los espacios para discutir sobre la calidad de lo que se come, cómo se produce, quienes lo hacen, lo ético, lo político y lo económico alrededor de este tópico, son pocos.
[1] “La cocina prehispánica y colonial” Marco Buenrostro y Cristina Barros. Pag 12 y 13. Consejo Nacional para la Cultura las Artes. 2001.
[2] “Manejo orgánico de la milpa: rendimiento de maíz, frijol y calabaza en monocultivo y policultivo”. Roland Ebel, José Gonzalo Pozas Cárdenas , Florencio Soria Miranda y Jesús Cruz González. Revista TERRA LATINOAMERICANA VOLUMEN 35 NÚMERO 2, 2017.
Para más información pueden visitar los siguientes sitios:
Ecosemillera: www.ecosemillera.net
Video Francisco Gangotena:
Deja una respuesta